Sila Illanes y Rosita Guzmán: el imperio de la música peruana

Lima, la capital oficial, Cusco, la capital del Perú para el mundo. Ambas ciudades representan a los dos imperios que han gobernado estas tierras.
Sila Illanes y Rosita Guzmán: el imperio de la música peruana

De los salones virreinales y sus bailes señoriales, los mestizos y criollos fueron asimilando y transformando los aires musicales europeos en música y canto, sentimental y jaranero, y sobre todo, popular.

En su origen y por su carácter de clase, los peruanos de la costa, cantando y bailando esos retazos musicales de la cultura europea dominante, se sintieron más cerca de sus amos y señores. Y en cierta forma, esa música se convirtió en una prolongación del privilegio y la exclusión de los altos círculos de las sociedades que, en su proyección en los barrios y alrededores de las ciudades de la costa, dio a sus cultores una cierta arrogancia frente a los indios y serranos que practicaban sus propios ritmos y melodías, aislados, en sus propios guetos de clase y de origen.

Así con la migración serrana fueron llegando los músicos que iban adaptando los instrumentos europeos para traducir sus propios aires musicales, producto de los deslumbrantes paisajes andinos, de las cumbres y los abismos y también de la marginación y la nostalgia de otros tiempos.

Pero la palabra folclórico siempre tuvo en el Perú un carácter despectivo y aun ahora a pesar de los movimientos indigenistas y de los intelectuales progresistas de la década del 20, en adelante, el folclore es una espina en el zapato de muchas gentes que quieren olvidar su origen serrano asociado al desprecio, la pobreza y la marginación.

La música folclórica, el huayno para las madrugadas, casi clandestino y el vals, la música criolla para los medios días, acompañando el almuerzo en las ciudades.

Un día para celebrar la música criolla, el 31 de octubre, como si no existiese otra música del Perú que los valses, festejos, tonderos y marineras y otro día, del que nadie se entera, para “celebrar” la música andina, 15 de junio.

En la TV, lo mismo: “Misky takiy” para la música andina y “Una y mil voces” para la música criolla. Siempre horarios distintos, días distintos, programas aparte. Dos Perús.

Ante esta realidad, el cineasta Javier Corcuera tuvo el acierto de presentar las diferentes líneas melódicas y los ritmos del Perú de la costa, la sierra y la selva vinculados de muchas maneras y como parte de un conjunto creador de los peruanos de las diferentes latitudes del país a través del documental SIGO SIENDO.

De la experiencia de participar en el rodaje de este documental, surgió una amistad trascendente para la cultura del Perú. El encuentro entre Sila Illanes, ayacuchana, cantante de huaynos y Rosita Guzmán, limeña, cantante de valses y del repertorio costeño.

Ambas cogieron la posta de SIGO SIENDO y decidieron, juntas, llevar a todos los escenarios del Perú un mensaje de unidad, cantando el vals y el huayno, la música criolla y la música andina, como la música del Perú, sin prejuicios, preferencias, ni exclusiones.

Sila Illanes y Rosita Guzmán, con el extraordinario acompañamiento de dos guitarras mayores del huayno y el vals, Jonatan Soto y Alejandro Velásquez, llegan al Cusco este 17 de octubre para presentarse en el teatro municipal del “ombligo del mundo”.

Una oportunidad excepcional para lugareños y turistas para darse un baño de peruanidad al ritmo de los géneros musicales principales del Perú: el huayno y el vals.